Comentarios iniciales
Sor Juana Inés es mi autora adoptada para el proyecto: Adopta una Autora. Gracias a mi participación he podido redescubrir a ésta gran mujer, su poesía y obra. Este libro, ya lo había leído hace algunos años y lo he releído para la presente entrada.
Mi más grande pasión aparte de la filosofía y la literatura, es la historia. En esta novela encontrarán todos estos elementos en conjunción, porque es una novela que te traslada a un México novohispano, es decir a la época del Virreinato de la Nueva España, en donde aún las castas y las clases sociales eran muy marcadas, así como las costumbres y vidas de los habitantes.
Desde el inicio de la lectura, encontrarás una narración ligera que te atrapará y sumergirá en un mundo naciente y con sus limitantes. También en un mundo de cocina, libros y sobre todo en la vida de mujeres fuertes y con ansias de superación. Una novela recomendada, sobre todo si quieres adentrarte en la vida de una de las más grandes escritoras del Siglo de Oro.
Datos de la época y de Sor Juana Inés de la Cruz
Novela situada en el siglo XVII. Está basada en la vida y obra de Sor Juana, mujer novohispana, religiosa y escritora y poetisa. De joven su más grande sueño, era entrar a estudiar en la universidad, cosa prohibida por su época, en donde la mujer era considerada de poca capacidad intelectual y su lugar pertenecía al hogar. Es así como iremos descubriendo ese mundo en el que vivió, primero una niña y joven Juana Inés, y después, una religiosa Sor Juana.
Hablemos de la trama
La novela está dividida en tres partes. Mi parte favorita es la primera, porque nos encontramos con una Sor Juana niña, viviendo en Nepantla y en la hacienda Panoayan, en Amecameca. Creció con sus abuelos españoles Don Pedro y Beatriz, su madre Isabel Ramírez, y sus hermanas María y Josefa. Don Pedro representó la figura paterna, debido a la ausencia del padre de Juana, ya que su madre y su padre nunca se unieron en matrimonio.
Gracias a la biblioteca del abuelo, la niña Juana Inés, desarrolló un gran gusto por la lectura, aprendiendo desde muy temprana edad (se dice que a los 3 años) a leer y escribir. Tal era su ansia por conocimiento que acompañaba a su hermana Josefa a clases con su maestra Refugio, que finalmente aceptaría que entrara a clases aunque fuera tan pequeña.
Gracias a Refugio su maestra, logró seguir estudiando e incluso a la edad de 7 años ganó un concurso escribiendo una loa al Santísimo Sacramento “rimada impecablemente, escrita con caligrafía minuciosa, mezclados el náhuatl y el español, que hablaba de los indios de la tierra, de novillos y de una abuela española, […]” (p.59).
La niñez de Juana Inés huele a rocío, a bruma, a campo, a libros, a caldo de conejo, preparado en los fogones de leña de la hacienda de Panoayan. Una niñez cálida y llena de aventuras y descubrimientos.
La segunda parte de la novela, habla sobre la juventud de Juana Inés, cuando se va a vivir con sus tíos Juan y María Mata a la capital (Ciudad de México). Ahí descubre que puede seguir estudiando y cultivarse cada vez más. Llega a impresionar a todos los que la conocen, incluso su tío Juan la hace su favorita y la introduce a la corte de los virreyes. La virreina Leonor Carreto, se queda deslumbrada por su inteligencia y Juana Inés, es invitada a vivir en la corte.
La vida en la corte está llena de intrigas, y en la narración de la historia iremos conociendo la vida de más personajes, no sólo de la maestra Refugio y su doble viudez, así como la de sus hermanas y familiares. Sino de los virreyes, las damas de compañía, entre ellas la joven Bernarda y su amorío con Juan Mata, el tío de Juana, así como la tristeza de María Mata, también la vida de las esclavas y sirvientes del palacio y de las casas señoriales.
En este mundo Juana Inés se sentirá sola y angustiada por querer seguir estudiando y no ser atrapada por lo que demanda la sociedad. Decide retirarse a la vida religiosa, primero intenta estar en el convento de las Carmelitas, donde la austeridad la hacen regresar a palacio para finalmente unirse a la Orden de San Jerónimo.
La tercera parte se desarrolla dentro de la vida religiosa, nos encontramos con la ahora Sor Juana Inés de la Cruz. Que después del fallecimiento de la virreina Leonor, conoce y desarrolla una estrecha relación con la virreina María Luisa Manrique. Ya que en la Orden, más que desempeñar las funciones de una religiosa, se dedicó la mayor parte al cultivo de su mente y espíritu, escribiendo como su maestra Refugio siempre le dijo, y estudiando a los grandes pensadores. Gracias a la virreina varias de sus obras pudieron ser publicadas, aunque después recibió críticas y reclamos por parte de “los lobos” como ella los llamaba, es decir de su confesor y de varios prelados de la iglesia, donde la pedían que dejara el estudio y se dedicara a la vida religiosa.
Yo, la peor
Entre las líneas encontramos el espíritu de Sor Juana y su lucha por seguir escribiendo y aprendiendo, su mayor anhelo en la vida. Representa para mí un mundo no sólo de mujeres fuertes, sino de mujeres que a pesar de las dificultades y avatares a los que se enfrentaron, lograron salir adelante. Ser la peor de todas, representa un alago al romper con los cánones impuestos por la sociedad de la época. Ser una mujer como Sor Juna, dice la autora Mónica Lavin, es ser una mujer “fuerte, talentosa, arriesgada y astuta”.
Sobre la autora
Mónica Lavín es una escritora y periodista mexicana, con una gran trayectoria en el ámbito literario. Ha escrito y publicado diversos cuentos, libros de ensayos y novelas. Sin embargo, la novela que la hizo recibir mayor reconocimiento tanto del público como de la academia fue “Yo, la peor”, ganando en 2009 gracias a esta, su primera novela histórica, el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska.
«Confieso que no ha sido fácil. Que aproximarme a sor Juana, a su vida, a su tiempo, a su deseo de saber por encima de todo e intentar darle vida, me pareció un atrevimiento. Pero el atrevimiento ha valido la pena. Me acerqué temerosa al cementerio de las luminarias mexicanas; mi quimera era rozar lo inalcanzable. Me quería meter detrás de los ojos de Juana Inés, en su piel, en sus oídos, escuchar su respiración». MÓNICA LAVÍN